Primer día de Jazz Fest, es decir, el Festival de Jazz de New Orleans. Ah, ¿que no había habido suficiente música hasta ahora? No, parece que no, en esta ciudad siempre hay espacio para un nuevo concierto, una nueva fiesta o un nuevo festival.  7 días de festival (repartidos entre 2 fines de semana, 3+4, me perderé 2 días), 11 escenarios con permanentes actuaciones, otro escenario con entrevistas a los músicos todo el día, infinidad de puestos de comida, bebida, artesanía, objetos de regalo y todo lo necesario para estar 8 horas ahí metido sin necesidad de salir (y es que si sales ya no te dejan entrar). El recinto (es un hipódromo) tiene alrededor de 1 km de largo por unos 400 m.  de ancho.  Las carpas cerradas prefabricadas son enooormes y el despliegue humano para controlarlo todo todo todo es impresionante.  Este tipo de cosas, esta gente lo saben hacer a lo grande. Todo esto me recuerda un comentario de Inma acerca de una cita que le había leído a Jose Luis Sampedro. Decía mi tocayo, que cuando los norteamericanos se proponen hacer algo, se lo plantean de una manera práctica, analizan si técnicamente es posible hacerlo, y si ven que se puede, entonces son capaces de llevarlo a cabo sin ningún problema. Recuerdo en las imágenes que se vieron en la tele cuando los Saints ganaron la Superbowl, que durante el descanso del partido montaron en mitad del campo un escenario brutal, propio de un concierto de los Rolling, para que The Who tocaran 3 canciones. Cómo lo montaron y desmontaron en los escasos 20 minutos que tuvieron durante el descanso, lo ignoro, durante ese rato había anuncios en la tele, claro. Pero lo hicieron, vaya que si lo hicieron.
Con el festival es lo mismo, no hay límites. El problema es lo que decía Sampedro, y es que se limitan a llevar a cabo el reto técnico, pero el coste de llevarlo a cabo, no les preocupa. Y no hablaba de coste económico (eso ya lo pagará la publicidad) sino de los otros costes colaterales. Por ejemplo, en este festival los cientos de toneladas de basura plástica (recipientes no biodegradables, “of course”) que se van a generar y a arrojar a la basura común, sin reciclar, deberían hacer meter la cabeza dentro del barro a todos los viejos hippies que mañana acudirán a ver a Simon & Garfunkel. Pero eso no ocurrirá, la ecología no importa mucho en este país (al menos en este Estado, perdón).

Lo que no ha resultado nada agradable ha sido lo del tiempo. Curiosamente en las entradas pone “rain or shine”, y ha sido cierto, los 50 litros por metro cuadrado que han caído no han impedido que la fiesta se celebrase. Los más conservadores nos refugiábamos en alguno de los 6 espacios cubiertos, pero había otros muchos miles que estaban a pie de escenario viendo a sus grupos favoritos en los conciertos a cielo abierto. La explanada del concierto de Lionel Richie, por ej, más bien parecía un escenario de esos para peleas con barro… ahí he puesto una foto de cuando ya se podía transitar. Pero no había que preocuparse, la venta de impermeables estaba absolutamente prevista.

Lo que tampoco ha sido para aplaudir es el asunto de los decibelios. Aunque esto es un mal generalizado, pasa aquí, pasa en España, pasa en Brasil (algún lector de este blog se acordará de lo que contaba en mi blog de Brasil y Argentina)… Está claro que hay un elevado número de técnicos de sonido que sabrán mucho de poner cablecicos y regular controles, pero que no sé en qué lugar del cuerpo tienen los orificios auditivos… Deben creer que si no exprimen a tope todos los watios de los que disponen, no han hecho bien su trabajo. Y lo que podría ser el disfrute de un agradable concierto se convierte en una dolorosa experiencia para los oídos. Quizá sea que esos tipos, tras tantos conciertos a volumen brutal, ya han perdido casi por completo los suyos, y tienen que poner el volumen a tope para poder oír algo… El problema es que están machacando irremediablemente los oídos de miles de indefensas personas. ¿No existe una “policía auditiva”? Habría que crearla.  Qué terrible paradoja que la gente que ama la música puede dejar de escucharla precisamente debido a la música… Yo, que ya tengo mis oídos bastante perjudicados, voy siempre encima con los tapones, y mira, me los pongo cuando aprecio que se les ha ido la cabeza con el volumen, y así puedo aguantar. Las putada es que en uno de los conciertos al aire libre al principio de mes, me pillaron desprevenido sin tapones y ahora llevo instalado un permanente acúfeno (un pitido de fondo), que confío que desaparecerá un día de estos. Confío. Pero nunca se sabe, cuando el daño es irreparable, en el oído, es para siempre. Es como si pierdes una mano, la pierdes para siempre, y con el oído pasa lo mismo. Alguien debería explicárselo a los que manejan esos equipos destroza-oídos.

Pero dejando estos asuntos a un lado, la sensación que me ha quedado tras el primer día de este festival de “jazz”, es que a la mayoría de los que vienen, el jazz se la trae al pairo.  Por ej, a la misma hora que Lionel Richie actuaba Joe Lovano, y ahí estábamos cuatro gatos. De hecho me he sentado en primera fila, con la circunstancia de que a mi lado se ha sentado un tipo de esos de 200Kg (no estoy exagerando un ápice, pasaba de los 200 seguro). Pero no era mi intención abandonar la primera fila y tampoco me quería perder la experiencia de estar al lado de una persona así, bueno más que al lado, prácticamente debajo de sus carnes. Por suerte, pronto se ha dado cuenta de que el jazz no le molaba mucho y tras apretarse un tremendo plato de comida típica de la tierra, se ha quitado de encima de mi… Sí, la mayoría de la gente viene al festival a pasar un día de campo, comer como si fueran las noches del Ramadán, e ir de aquí para allá viendo el ambientillo. Bueno, está bien, es una forma de pasar el día. Las entradas no son baratas, pero los que se veían por ahí pululando no tenían cara de pasar mucha necesidad.

Y por lo que se refiere a la música, jazz, lo que se dice jazz (me vale tanto que sea del contemporáneo como del tradicional), había en 3 escenarios escasamente, pero bueno, no voy a quejarme por ello. El festival es impresionante, y punto.

Así que para mañana y el resto de días, lo tengo claro. Me apalancaré a primera hora en la carpa del Jazz, primera fila, y de ahí no me mueve ni toda la familia del colega de los 200Kg. Más aún sabiendo que los 50 litros de lluvia de hoy dicen que han sido sólo un anticipo de lo que caerá mañana…