“… A la mañana siguiente vi otra vez la inconfundible melena de Sai Baba. Paseaba por la morada de la paz eterna, rodeada de fieles uniformados devotos… y eso que según el cubano, encontrarse con el gurú era prácticamente imposible…
Y seguimos paseando con la estupenda sensación de ser quizá los únicos payasos que no pertenecían a aquel circo. Fuimos de un bar a otro pidiendo una cerveza que nunca nos servían, hasta que en uno de los bares nos regañaron por pedir alcohol en una ciudad sagrada.
Ya de noche, continuamos deambulando sin rumbo por las calles hasta llegar a las puertas del hostal. Nos pedimos un chai en el único tenderete de la calle que todavía estaba abierto, y nos sentamos en las escaleras de un edificio que había justo al lado del hostal.
Y entonces, mientras estábamos tomando tranquilamente el té, se plantaron ante nosotros unos oficiales de policía, dirigiéndose a mí por mi nombre y a Rehan por su nombre y apellido. Nos “identificamos” y empezaron a ametrallarnos con todo tipo de preguntas:
- Which country?
- India and Spain
Y luego siguieron en hindi:
- ¿qué estáis haciendo aquí?
- Beber chai.
-¿Qué relación tenéis?
- Amigos.
Y siguieron las preguntas de los agentes a Rehan y de Rehan a mí traducidas:
- ¿Qué tipo de amigos?
- Amigos. Amigos normales.
- ¿Sólo amigos? Repetían los policías.
- Sí, amigos, buenos amigos.
- ¿Sólo amigos o buenos amigos?
- Pues… buenos amigos.
- ¿Cuánto hace que os conocéis?
- Tres semanas. ¿No?
- Creo que más.
- ¿Y cómo podéis decir que sois buenos amigos si os acabáis de conocer?
- ¿Cómo os conocisteis?
- ¿Por qué habéis venido aquí? ¿Qué objetivo tenéis?
- ¿Cómo habéis venido?
Aquello era para morirse de risa. Intentábamos contener las ganas de reír y de pronto, por primera vez, nos encontramos obligados no sólo a explicar a la policía sino también a explicarnos a nosotros mismos un montón de detalles sobre nuestra recién inaugurada amistad, detalles sin importancia que ni siquiera nosotros habíamos compartido:
- Miren señores, yo soy de España y he venido a pasar un tiempo en la India. Normalmente estoy en la Fundación Vicente Ferrer, en Anantapur, pero este fin de semana he venido aquí porque mi amigo y yo hemos quedado aquí. Cuando llegué a Bombay, conocí un empresario, Deepak Mehta, a través de un alemán que vivía en España, que tiene una empresa de producción de agua mineral.
Y Rehan iba haciéndome sus preguntas al mismo tiempo y los policías nos miraban como asistiendo a un partido de tenis:
- Ah! ¿Deepak Meta es el padre de la amiga de mi hermana? Pues no sabía que tenía una empresa de agua mineral. Pensaba que se dedicaba al cine.
- No, Deepak es el padre del novio de la amiga de tu hermana. El que se dedica al cine es su hijo y la novia de su hijo es actriz.
- Ah! Como mi hermana. ¿Y él te dio mi dirección? A mi me llamó mi hermana para decirme que venías a Bangalore.
- Ah! Pues yo pensaba que te había llamado el suegro de la amiga de tu hermana y que me iba a encontrar con Muneera, tu madre, que entonces yo no sabía que era tu madre y pensaba que era una amiga de Deepak.
- No, no… etc etc etc etc.
Hablaban en hindi con Rehan y yo entre risas y desconfianza le preguntaba cómo era posible que aquellos policías conocieran nuestros nombres, a lo que no respondieron.
Y sin haber sacado nada en claro, de pronto Rehan me tradujo que pretendían detenernos y llevarnos al cuartel. ¿Por qué? Porque habíamos infringido la ley en la ciudad santa. ¿Cómo? Sí, según parece estaba prohibido, al menos para nosotros dos, tomar chai más tarde de las 10 de la noche en las calles de la morada de la paz eterna. Como todo aquello era tan absurdo y hasta cierto punto me preocupaba que aquellos oficiales supieran mi nombre, me puse seria y le dije a Rehan que les dijera que si no me explicaban de dónde habían sacado mi nombre, me negaba a acompañarles.
En vez de darme una explicación, me concedieron la “absolución” y me dejaron ir, pero insistieron en que Rehan tenía que acompañarlos. Decidimos que iba a ser mejor hacer lo que nos ordenaban, Rehan se fue con ellos y yo me marché a esperar en el hostal.”
(Mónica)